Vivir lúcidamente

El despertar espiritual, que no es otra cosa que darse cuenta de las cosas que te pasan, lleva implícita la pregunta ¿qué depende de mí? A mayor despertar, más conciencia en las cosas que dependen de mí. En otras palabras, mayor lucidez y presencia en vigilia y, por lo tanto, también en el mundo onírico.

Vivir lúcidamente requiere un ejercicio de responsabilidad en el trato con uno mismo y esto, especialmente al principio, no suele ser agradable de manejar, porque deja al descubierto que «como es adentro es afuera» y ves de dónde procede lo que te pasa a diario, desde dónde se origina.

Es molesto casi siempre, sí, pero también implica un polo positivo, pues en mayor grado le restas fuerza a lo que viene de fuera, a lo externo, a lo que te hace daño y esto se traduce en una mayor libertad y capacidad de crear el camino que quieres recorrer.

Tú eliges el destino del viaje y cómo lo quieres vivir, ya no estás en modo robot ni (tan) a merced de un subconsciente impregnado de miedos y carencias propias y ajenas, sino que lúcidamente estás creando entre un mar de posibilidades sin que nada ni nadie te condicione.

Viaja, vuela y vive lúcidamente. Porque simplemente es lo que viniste a hacer.