Kioto, la antigua capital imperial nipona entre los años de 794 y 1868, es una de las ciudades más visitadas por los turistas que visitan Japón y ofrece una mezcla única de historia y modernidad.
Más allá de sus templos y atracciones más célebres, Kioto esconde joyas arquitectónicas, bodegas de sake o alojamientos en los que es posible experimentar la cultura japonesa, la naturaleza y la cocina tradicional.
Kizakura Fushimigura: fábrica de sake
Ubicada en la zona moderna de Fushimi, Kizakura Fushimigura es una fábrica de sake y cervezas artesanales que permite ver a los visitantes todo el proceso de producción de estas bebidas en un recorrido de 30 minutos, con visitas guiadas o independientes que concluyen con una degustación de este tradicional vino nipón.
El complejo, situado a poca distancia de la estación de buses Keihan Chushojima, también cuenta con un restaurante tradicional, en el que todas las especialidades se maridan con sake de la casa.
Fushimi Sakagura Kouji: festival gastronómico
La visita al Fushimi Sake Village puede despertar el espíritu sibarita de los viajeros, que disfrutarán de una inagotable oferta gastronómica en Fushimi Sakagura Kouji.
Es un encantador laberinto de callejones llenos de bares, izakayas, puestos, restaurantes y bodegas de sake, que conserva todo el encanto de esta zona de la ciudad y las huellas de la producción tradicional de sake, que da nombre a este pintoresco barrio, uno de los favoritos de los residentes de la ciudad, fuera de los mapas y las guías más conocidas de la ciudad.
Un crucero por el río en Jikkokubune
Para disfrutar de los plácidos paisajes arbolados que abrigan Fushimi, es posible navegar el río Horikawa (Río Hori) en Jikkokubune, antiguas casas flotantes que se usaban para transportar carga entre Fushimi y Osaka.
Las líneas de botes funcionan entre primavera y otoño y ofrecen un viaje de aproximadamente 25 minutos, en el que se bordean las terrazas de las cervecerías de sake o los pintorescos paisajes urbanos.
Y si el crucero coincide con el final del día, la puesta de sol iluminará la cubierta hasta que asumen las luces de la ciudad, que transforman las flores y las hojas de los cerezos que bordean el río.
Templo Otagi Nenbutsu-ji
Ubicado en las afueras de la ciudad, lejos de los circuitos más conocidos por los visitantes se sitúa el templo Otagi Nenbutsu-ji, considerado el templo “más intrigante de Kioto”.
Se construyó por primera vez en 794, durante la era Heian, pero tras guerras e inundaciones, fue reconstruido en diversos puntos conservando su patrimonio. En la actualidad el templo, que incluye varios jardines, alberga 1.200 figuras de Rakan, los discípulos de Buda, perfectamente integradas a la naturaleza y con formas y expresiones divertidas, sombrías o exóticas que dan un toque especial al lugar.
La forma más sencilla de llegar es andando desde la estación Saga-Arashiyama por la calle Saga Toriimoto, una zona residencial de casas tradicionales, conocidas como machiyas, y de hogares con techumbre de paja o minkas, declarada patrimonio histórico de la ciudad.
Templo Jojakko-ji: Retiro e inspiración
También en el entorno de la estación de tren de Saga-Arashiyama, en las laderas del monte Ogura, rodeado de una exuberante naturaleza que cambia de color con las estaciones, descansa el templo de Jojakko-ji.
Fundado en 1596 por el Sacerdote Nisshinn, se convirtió en hogar de la nobleza y miembros de la realeza nipona, y de artistas y poestas que encontraban en sus pasillos y pabellones refugio, paz e inspiración.
Los jardines y los espacios naturales que rodean el templo, que albergan más de 200 árboles, pasan de los tonos de verde en verano y primavera, a los castaños, rojizos y naranjas del otoño, al blanco níveo del invierno, creando paisajes impresionantes e inolvidables.
Momiji-ya: un hotel japonés en las montañas
Descansar en un ryokan es una experiencia inolvidable, que acerca a los visitantes a las costumbres y tradiciones japonesas más auténticas. Los ryokan, que funcionan desde hace 100 años, son casas de huéspedes que han devenido en encantadores hoteles boutique, perfectos para aislarse y desconectar.
El Momiji-ya es uno de estos mágicos lugares, situado sobre las colinas de la zona rural de Takao, a las afueras de Kioto, en medio de frondosos bosques en los que es posible relajarse disfrutando de los sonidos de la naturaleza y el discurrir del río.
Además de disfrutar de la hospitalidad japonesa, dormir en un confortable futón sobre el mullido tatami de las habitaciones, también es posible disfrutar de la gastronomía tradicional, tanto en su restaurante como en la comodidad de la habitación, a cualquier hora del día.
Templo Saimyo-ji: un pasadizo rojo
Levantado durante el período Kamakura (1192-1333), este pequeño pero encantador templo conocido por el follaje rojo que inunda el paso por el puente Shigetsukyo, acceso principal a este lugar.
Saimyo-ji se encuentra también en Takao, a media hora del centro de Kioto, y cuenta con varios tesoros escondidos, desde una gruta a una cascada, una pagoda de tres pisos, completada en 1492, o una impresionante sala central, primer tesoro nacional de Japón.
En este templo es posible contemplar una imagen única de la sonrisa de Yama, el Dios de la Muerte y Maestro del Infierno.
Ginkaku-ji: El Pabellón de la Plata sin plata
Inspirado en el Kinkaku-ji, el Pabellón Dorado, Ginkaku-ji fue construido en 1474 por el shogun Ashikaga Yoshimasa, con la intención de recubrirlo de láminas de plata, imitando a su gemelo dorado, obra de su abuelo.
Finalmente, el Pabellón de la Plata, situado en la zona de Higashiyama nunca se revistió del precioso metal, pero conservó su nombre. Tras la muerte del shogun, Ginkaku-ji pasó a ser un templo budista que, además, ha sido declarado Patrimonio de la Humanidad de UNESCO.
· Fuente: Oficina de Turismo de Kioto
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