En Expedia.es han elaborado una lista con siete destinos de montaña para visitar en invierno y no ver ni una pizca de nieve. ¿Humedad? ¿Qué es eso? Estos son las 7 maravillas.
El Chorro (Málaga)
Quien aún no conoce este enclave montañoso malagueño, se llevará una sorpresa al pisarlo. Esta aldea, perteneciente al municipio de Álora, en la comarca del Valle del Guadalhorce, se encuentra en el parque natural Desfiladero de los Gaitanes, uno de los centros de escalada más importantes de Europa.
Los amantes de las emociones fuertes sabrán que, entre las paredes del desfiladero, se halla el Caminito del Rey, una pasarela de más de tres kilómetros, con menos de un metro de ancho, que cuelga a 105 metros de altura sobre el río.
¡Para echarse a temblar hasta en pleno verano! El recorrido total de la excursión es de más de siete kilómetros, en los que se atraviesan paisajes únicos, desde el pantano del Conde de Guadalhorce hasta la salida por la presa del Chorro.
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¿Más experiencias? También se puede hacer una ruta de senderismo hasta el pico Huma, el punto más alto de la sierra de la que toma su nombre, a más de 1.000 metros de altura.
Ya en plan más tranquilo (y menos vertiginoso), las ruinas de Bobastro o las cuevas de Ardales también merecen la pena. ¿Quién dijo que en Málaga sólo hay playa?
Arenas de San Pedro (Ávila)
Castilla y León cuenta, sin duda, con algunos de los pueblos más bellos de España. Para muestra, un botón: Arenas de San Pedro. Esta ciudad de la sierra de Gredos es el punto de partida ideal para subir a La Mira, una de las cumbres más altas de la sierra.
Pero esta localidad tiene mucho más que ofrecer. Aunque su historia se remonta a hace tres millones de años, no fue hasta 1963 cuando se descubrieron las cuevas del Águila, uno de los mayores reclamos de la zona y una visita imprescindible.
Otros imperdibles son el convento de San Agustín, el castillo de Don Álvaro de Luna o el palacio de la Mosquera. Y, si tanta excursión abre el apetito, la gastronomía del Valle del Tiétar enamora a cualquiera: patatas revolconas, cochifrito, tortilla de tarallos… Vista y gusto disfrutarán a partes iguales.
Santiago del Teide (Tenerife)
Este municipio al suroeste de la isla se encuentra a más de 900 metros de altitud. Su enclave, en las islas Canarias, lo convierte en un destino perfecto para frioleros: el clima aquí es estable durante todo el año.
A las faldas del Teide, el paisaje resulta fascinante. El mirador de Archipenque ofrece unas vistas espectaculares de la isla de la Gomera o los acantilados de Los Gigantes, y bajando al puerto deportivo se puede practicar kayak, submarinismo o darte un baño en la playa de los Guios, famosa por su arena negra de origen volcánico.
En los límites del municipio se encuentra el volcán Chinyero, a más de 1.500 metros de altura. No hay por qué temer a los temblores. La última vez que se registró actividad fue en 1909.
Guadalest (Alicante)
Para sitios bonitos, Guadalest. Esta preciosa villa medieval, a más de 500 metros de altitud, está rodeada por los puntos más altos de la provincia: la sierra de la Xortà, la de Aitana y sierra Serrella. Parece sacada de un cuento.
Qué mejor sitio para perderte que sus callejuelas empedradas, entre iglesias, museos y monumentos, sobre todo después de una buena ruta de senderismo por los espacios naturales de la zona.
Uno de sus principales reclamos es el castillo de San José o Castell de Guadalest, una fortaleza levantada por los musulmanes durante el siglo XI. Localizado en la roca más alta del municipio, ha sufrido terremotos e incendios, pero nada ha podido con la grandeza de este castillo, que sigue siendo el principal icono del pueblo.
Las vistas desde sus miradores dan para una buena panorámica, ¡nada que envidiar a las de tus amigos esquiadores!
Mura (Barcelona)
El encanto medieval no es exclusivo de Alicante. Sino que se lo digan a los vecinos de Mura, un pequeño pueblo barcelonés de apenas 200 habitantes donde se respira un ambiente lugareño que encandila a todo amante de los entornos rurales.
Al caminar por sus rincones, rodeados de casas de los siglos XVI y XVII, se descubre la iglesia de Sant Martí o la ermita de Sant Antoni. Y, por si no fuera suficiente, Mura se encuentra a la entrada del parque natural de Sant Llorenç del Munt i l’Obac.
En este parque se encuentran las montañas del Montcau y la Mola, en cuya cima se halla el monasterio románico de Sant Llorenç del Munt.
Después de una hora y media de caminata, lo normal es llegar a este bonito edificio del siglo XI con ganas de comer un buen plato de butifarra: pues dicho y hecho, hay un restaurante donde disfrutar de platos típicos catalanes a la vez que se goza de unas vistas fabulosas.
Valldemossa (Mallorca)
En un valle rodeado de las montañas de la Serra de Tramuntana, en las Islas Baleares, se encuentra Valldemossa, un pueblecito con encanto que funciona como la base perfecta para salir de excursión hasta Puig des Teix, una de las cumbres más altas de la isla.
Quien prefiera quedarse en el pueblo no puede perderse la Cartuja de Valldemossa, un conjunto monumental que cuenta, entre otras cosas, con una iglesia, una farmacia o la famosa celda número 4.
¿Que por qué es famosa? Porque se alojaron el compositor Fréderic Chopin y la poetisa «George Sand» (pseudónimo que utilizaba Amantine Aurore Lucile Dupin para firmar sus novelas) durante el invierno de 1839. De hecho, llegaron a Mallorca a finales de 1838 para tratar de aliviar los problemas respiratorios que padecía Chopin y se instalaron inicialmente en una casa en Son Vent. Posteriormente se trasladaron a Valldemossa, donde residieron hasta el mes de febrero del citado año.
· Saber más sobre la Cartoixa de Valldemossa
Se puede describir la belleza de estas tierras, pero es mejor que imaginarla a partir de las palabras del propio Chopin: El cielo es como turquesa, el mar como lapislázuli, las montañas como esmeraldas, el aire es un paraíso… En una palabra, es una vida maravillosa.
Zegama (Guipúzcoa)
No puede faltar en esta lista el norte del país, donde no faltan los apasionados a la mañana. En la cuenca del río Oria y a los pies del parque natural Aizkorri-Aratz, se sitúa Zegama. Esta preciosa localidad guipuzcoana está rodeada de un entorno natural repleto de sendas, ideales para todos los montañeros, desde los más experimentados hasta los más novatos.
Una de estas rutas lleva hasta el túnel natural de San Adrián, parte del camino de Santiago: se trata de una cueva de más de 50 metros que une Guipúzcoa y Álava, una espectacular gruta que comenzó a usarse como punto de paso en época romana, y por la que transitaban mercaderes, reyes y ejércitos.
Los apasionados de la montaña deben saber que aquí se celebra una de las maratones más prestigiosas del mundo, la Zegama-Aizkorri, que recibe miles de solicitudes cada año, aunque solo 500 corredores acaban siendo aceptados.
Lo dicho: la montaña en invierno no solo es para esquiar. Los que no soportan estar bajo cero o pasan de estos deportes tienen muchas opciones, tanto o más increíbles. La montaña en invierno no tiene por qué ser monocromática.
· Fuente: Expedia
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